EDUCACIÓN Y EPILEPSIA

Educación conclusiones

Aunque parezca una obviedad, un niño con epilepsia es un niño. Le gusta jugar, saltar en los charcos y comer helado. También le gusta aprender y siente curiosidad por todo lo que le rodea. El miedo que nos puede producir tener un alumno con epilepsia en la clase se resuelve comprendiendo esta enfermedad y sabiendo actuar ante las diferentes situaciones que se pueden dar.

De este modo, podremos ser realistas con los objetivos que le marcamos sin sobre protegerlo y exigirle como al resto de sus compañeros, que crezca y desarrolle su potencial sea éste cual sea.

Tampoco podemos olvidar que este miedo también lo sienten el niño y sus padres. Miedo ante la reacción de sus compañeros, ante lo que puedan pensar. El mejor modo de vencer este miedo es hablar claramente y con sinceridad sobre la epilepsia. Los niños no tienen los mismos prejuicios que tenemos los adultos y convivir con otros niños con diferentes circunstancias les hace más tolerantes y abiertos.

Su grupo de compañeros es el mejor entorno social para que el niño con epilepsia aprenda a rela- cionarse con sus iguales, comprenda qué comportamientos son tolerables y cuáles no, a expresar sus sentimientos y emociones, incluida la rabia y la frustración, de un modo adecuado y por supuesto, que aprenda a querer y a ser querido.

Por último, decir que las personas que estamos en contacto de algún modo con estos niños y sus familias también aprendemos a convivir y a tener una visión más positiva y una actitud más activa ante la vida.