Si analizamos la primera acepción, normalizar nuestras vidas llevaría a hacerlas según está establecido. Si hemos llegado a descubrir que nuestra vida no se puede adaptar a lo establecido ¿qué ocurre?, ¿no podemos ser “normales”?. ¿Por qué debemos vivir respecto a los patrones ya definidos?, ¿Quiénes lo establecieron y en función a qué?. ¿Qué criterios tuvieron presentes? No el de la diversidad, no el de la humanidad. Probablemente responden a variables externas al hombre.
Por eso nos quedamos con la segunda acepción recogida. La necesidad de encontrar la norma nos llevaría a la naturaleza, a nuestra naturaleza humana, descubriendo por tanto cómo somos cada uno de nosotros, descubriendo que nuestra naturaleza es tan diversa como nosotros mismos.
Nuestro compromiso con las familias es el ayudarles a mejorar su calidad de vida. Pensamos que este cambio de perspectiva en la normalización puede llevar a ayudar a alcanzar esa calidad. Un paso hacia ella sería ayudarles a cambiar de perspectiva, a romper las normas y los moldes que tanto duelen y cuestan. Es un compromiso que nos obliga a todos a que nos conozcamos y nos aceptemos tal como somos. La aceptación sin exigencias ni expectativas, sino con comprensión y superación.