Otro de los puntos que tenemos que tener en cuenta es que la comunicación directa y fluida entre la familia, el tutor y el equipo psicopedagógico es indispensable para el desarrollo del niño, que tiene que sentir que familia y escuela forman un equipo que le apoya y ayuda. De este modo también nos aseguramos que la información llega a todos. Los registros son muy útiles en este caso.
La seguridad de los alumnos siempre es una prioridad en los centros educativos y por supuesto lo es cuando tenemos un alumno con epilepsia en el aula. Algunas pautas son muy sencillas, como sentar al alumno con epilepsia en un sitio donde haya espacio y no haya objetos con los que se pueda dañar en caso de caída al suelo (radiadores).
También tenemos que tener una especial atención en aquellas asignaturas como tecnología o prácticas de laboratorio que pueden implicar el uso de objetos punzantes, herramientas o maquinarias.
La asignatura de Educación física merece una mención aparte. Esta asignatura tiene gran importancia en el desarrollo del alumno a muchos niveles: desarrolla destrezas motoras, cognitivas, afectivas y sociales y por lo tanto el alumno con epilepsia no debe ser privado de esta asignatura.
La actividad física mejora el estilo de vida de las personas con epilepsia, tiene un efecto preventivo ya que disminuye el nivel de ansiedad y las crisis epilépticas suelen producirse cuando el niño está inactivo. Los deportes más aconsejables son los colectivos, ya que facilitan la integración social.
El sentido común es el que debe dictar las restricciones y las medidas de seguridad para disminuir los riesgos, por ejemplo, hay que tener en cuenta que el grado de excitación y el de estrés en una competición pueden ser desencadenantes de crisis.