De este modo, hace poco más de un siglo la epilepsia dejó de ser un “mal sagrado” para convertirse en una enfermedad mental muy peligrosa y hereditaria. Desgraciadamente en los países del Tercer Mundo continúan vigentes estas aberrantes ideas con sus terribles consecuencias para los afectados de epilepsia.
No debemos extrañarnos de ello puesto que conscientemente o no, ese legado sigue latente en la mentalidad y actitud de la mayoría de los ciudadanos y administraciones de algunas “sociedades desarrolladas” como la nuestra: profesionales de la salud, del derecho, fuerzas de seguridad, medios de comunicación, universidades, colegios,….
La crisis epiléptica convulsiva inspira horror y recelo. La persona que la padece en público es temida y rechazada porque puede, sin aviso alguno y en cualquier lugar, perder el dominio de sus actos. Henry Ey, en su trabajo nº 26, pp. 519-652, Estudios psiquiátricos, tomo III de 1954 confirma: “No es ciertamente una casualidad que el médico forense y el psicoanalista coincidan al considerar al epiléptico como un criminal en potencia”.
En 1972, Bagley (Social prejudice and the adjustment of people with epilepsy) demostró que: El rechazo a los epilépticos es una actitud irracional, extremadamente antigua, que todavía persiste en un sector de la sociedad, así como también en los médicos La causa de esta actitud es el miedo, miedo de la pérdida de control físico y emocional.”
EN EL SIGLO XXI ESTAS IDEAS SOBRE LA EPILEPSIA SON RETRÓGRADAS E INJUSTIFICABLES, POR LO TANTO, DEBEN CAMBIAR.
ES PRIMORDIAL PROMOVER LA INVESTIGACIÓN SOBRE LA EPILEPSIA Y SUS TRATAMIENTOS.
Con perplejidad vemos que los únicos fármacos utilizados hasta la década de los noventa son los descubiertos a ¡principios del siglo XX! a pesar de ser la segunda dolencia del sistema nervioso más común en todo el mundo.
Es imprescindible informar correctamente a la sociedad sobre nuestra enfermedad y la complejidad de los síndromes existentes en los medios de comunicación, las universidades y centros de estudios (Ciencias de la Seguridad, Medicina, Fuerzas Armadas, Derecho, institutos, colegios, etc.), comunidades religiosas, administraciones públicas, empresas y sindicatos.
NUESTROS CÓDIGOS PENAL Y CIVIL NECESITAN UN CAMBIO URGENTE PARA QUE DEJE DE UTILIZARSE LA EPILEPSIA como categorización de una parte de ciudadanos -evitando la discriminación- y COMO ATENUANTE EN PENAS DELICTIVAS.
¡LA EPILEPSIA DEBE SALIR DE LAS SOMBRAS!